Saludo del Hermano Mayor


Queridos hermanos en la devoción a María Santísima de la Amargura.

Es para mí un gran honor y satisfacción dirigirme a vosotros, por vez primera, en calidad de Hermano Mayor. Comienza una nueva etapa en la vida orgánica de nuestra hermandad, una vida en la que seguiremos afianzando los pasos en el camino que marcaron nuestros antecesores. Se trata de un camino en el que, como decía en el día de la toma de posesión, todos somos imprescindibles. En estos años en los que estaremos al frente de la hermandad, necesitamos a cada uno de vosotros, a los que estáis presentes en la actualidad y a todos aquellos hermanos que un día, ya sea por motivos personales, familiares o laborales, se alejaron de la misma. Os llamo a participar de la vida activa de nuestra hermandad, a formar parte de esta gran familia por que, como decía el lema del cincuentenario, “en amargura cabemos todos”. Recordad que el libro de hermandad deben escribirlo todos y cada uno de los hermanos, ofreciendo su compromiso a la misma y por ende, a la Santa madre Iglesia de la que todos somos hijos. Impulsar la integración y la unión plena de todos nuestros hermanos para mantener viva nuestra hermandad y escuchar vuestras ideas es unos de nuestros principales objetivos.

El mío, será un mandato continuista, siguiendo la línea que trazaron mis antecesores, manteniendo todo lo creado durante los últimos ocho años y sosteniéndonos en los tres pilares de la Iglesia, el culto, que sea del máximo aprovechamiento espiritual; la formación, tanto a los jóvenes como a los adultos; y la caridad, siempre al servicio del prójimo, trabajando codo con codo con Caritas del Divino Salvador. Y en un cuarto pilar, la evangelización o, como bien nos dicen las orientaciones pastorales, fomentar la religiosidad popular. Las Hermandades estamos llamadas a evangelizar, evangelizar con la devoción que despiertan nuestros Amantísimos Titulares. Además de lo anteriormente expuesto y de seguir estrechando lazos con nuestra parroquia y su feligresía, tenemos en nuestras manos un proyecto, ambicioso e ilusionante, que ya comenzó mi antecesor y en el que seguiremos trabajando con ilusión. Este no es otro que la restauración de la capilla, que supone la demolición de la antigua casa de hermandad y la adecuación del espacio, conforme a las necesidades de un lugar de culto. Me acompañan en este hermoso camino una junta de gobierno ilusionada y comprometida, donde conjugan varias generaciones, la experiencia y sabiduría de los mayores, la templanza de los que ya rondamos la mediana edad y el impulso de la sangre nueva, con ilusiones frescas. Con lo cual, componen este nuevo equipo personas que me han visto crecer en el seno de la Hermandad, amigos de mi misma edad, con los que he vivido y trabajado por la misma y aquellos niños que vi casi nacer y que se han ido formando para hoy pertenecer a la Junta de Gobierno. Además de contar dentro de la misma con mis dos inmediatos antecesores, hombres de bien y ejemplo a seguir, Antonio Díaz Moreno y Alfonso Benítez Parra, Consiliario y Tte. Hermano Mayor respectivamente, toda una tranquilidad para mí. De este último tomo el relevo y sirvan estas letras como merecido homenaje a quien ha sido, es y será mi referente y el espejo donde mirarme, un hombre bueno y entregado por entero a la hermandad desde hace muchos años.

Y para terminar, os animo especialmente a que vivamos este tiempo de Navidad como cristianos comprometidos. Con las directrices que nos marcaba en el pasado año el Sumo Pontífice, “al igual que Jesús venido para nosotros necesitados, y bajar hacia quien necesita de nosotros, como María, confiar, dóciles a Dios…, como José, alzarse para realizar lo que Dios quiere, incluso si no es según nuestros planes”.

Quedando a vuestra disposición, me uno a vosotros en un abrazo fraterno. Que nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz, por la mediación de su bendita Madre de la Amargura os bendigan siempre.

Antonio Miguel Bascón Román

Hermano Mayor